Si te preguntas qué son las ETS y cuales son las mejores formas de prevenirlas, te interesará este artículo. ETS son las siglas de enfermedades de transmisión sexual, infecciones que se transmiten entre personas mediante las relaciones sexuales en su mayor parte, aunque también puedan contagiarse en menor medida mediante el uso de jeringas compartidas, el contacto con sangre u otras secreciones o de madre a hijo durante la gestación, el parto o en el momento de la lactancia. Las ETS están causadas por virus, bacterias, protozoarios y hongos.
Las enfermedades de transmisión sexual pueden presentar los más variados síntomas o, incluso, ser asintomáticas. Estas últimas son las más difíciles de detectar a tiempo, por lo que siempre es conveniente hacerse revisiones periódicas en médicos especialistas si somos sexualmente activos, especialmente si tenemos múltiples parejas sexuales o acabamos de iniciar una relación íntima con alguien.
Cuando la infección es sintomática, los signos más frecuentes son: protuberancias o llagas en genitales, boca o recto, molestias al orinar, secreciones en el pene, mal olor vaginal, excesivo sangrado vaginal, dolores o molestias durante las relaciones, inflamación de los ganglios linfáticos, fiebre, erupciones cutáneas…
Los síntomas no tienen por qué aparecer tras una reciente relación sexual, pudiendo incubarse en el organismo durante años hasta que aparecen. Debido que estas señales no siempre aparecen o, cuando aparecen, no necesariamente se asocian a la presencia de una ETS, el chequeo médico periódico es básico para descartar la presencia de infecciones sexuales.
Las ETS más comunes tienen distintas procedencias: la clamidiosis, la sífilis y la gonorrea tienen su origen en bacterias; el VIH, el herpes genital y el papiloma humano lo tienen en virus; por último, enfermedades como la tricomoniasis se contagian mediante parásitos.
La principal causa de la transmisión son las relaciones sexuales, aunque en algunas enfermedades pueda producirse sin contactos sexuales, como es el caso de las bacterias giardia intestinalis y shigela y el virus de la hepatitis tipo B.
Todas las personas que mantienen relaciones sexuales tienen riesgo de ser contagiados, aunque el riesgo aumenta cuando no se hace uso del condón o se utiliza inadecuadamente.
Las relaciones sexuales incluyen el sexo oral, que aunque tenga menos riesgo, puede provocar transmisiones de ETS por no usar barreras o protectores de látex. También aumenta el riesgo de padecer una infección el hecho de haber padecido otra con anterioridad. Mantener relaciones sexuales con diferentes parejas, ya sea de forma simultánea o en consecutivas relaciones monogámicas también son un importante factor de riesgo.
Cuando vayas a tener relaciones sexuales con una nueva pareja es recomendable que ambos os hagáis un chequeo médico para detectar posibles infecciones. Además, es importante que mujeres y hombres hasta los 26 años reciban la vacuna frente al VPH, siendo lo ideal hacerlo entre los 11 y los 12 años.
Por supuesto, no te la juegues cuando observes que la persona con la que vas a mantener relaciones sexuales presenta algún signo exterior que pueda estar relacionado con los síntomas de una ETS, tales como úlceras genitales o verrugas.
Pero la forma más eficaz de prevención contra las ETS es el uso correcto de preservativos y barreras bucales. Es importante hacer siempre un uso correcto de ellos, evitando malos hábitos que puedan provocar su rotura o pérdida de su eficacia. Estos son algunas de los malos usos que debes evitar:
Utiliza siempre preservativo de látex de marcas de prestigio contrastado como Durex. Y recuerda que los pocos segundos que vas a tardar en colocarte un condón pueden evitarte contraer enfermedades de transmisión sexual cuyos efectos, en muchas ocasiones, son para toda la vida.